Maquiavelo decía “El fin justifica los medios”. Concuerdo, pero adjudicándole un significado un poco distinto al verbo “justificar”. Maquiavelo buscaba una excusa, una especie de impunidad en los medios, y yo busco una razón para tener medios, principalmente porque es la parte que más me entusiasma del proceso. Siendo una persona muy ansiosa, me interesa más la parte que llega antes, “el medio”, que el resultado final. De hecho, es probable que, cuando llega el final de un proceso yo ya haya perdido interés, no por soberbia, sino por ansiedad. Además, creo que el hecho de que intento buscar lo bueno, lindo y divertido en nimiedades de la vida cotidiana, como una simple caminata por la ciudad, tiene que ver con esta ansiedad y eventual pérdida de interés. Por ejemplo, si voy al videoclub a alquilar una película, disfruto más la caminata hasta ahí que el tedioso trámite de elegir una película e interactuar con el empleado. Soy solitaria, por lo que estos momentos aparentemente insignificantes, intrascendentes y casi autistas me resultan, de hecho, enriquecedores y valiosos. Si todos pudiéramos apreciar el tiempo “muerto” de cada día, como los viajes en colectivo o tren, la espera en la cola del banco o del supermercado como tiempos de reflexión, meditación o incluso, tranquilidad, creo que viviríamos más relajados, menos apurados por “llegar” y mas ansiosos por “ir”.
Curiosamente, lo mismo me pasa con algunos chicos, y no creo que sea la única que lo padece. Para mí, como para muchos otros jóvenes, lo divertido es la caza, el juego del gato y el ratón. Perseguir una meta es posible mientras la meta está lejos, pero ¿qué pasa cuando se acerca, como un espejismo inevitable? En mi caso, la meta se convierte en un simple componente del paisaje, algo que no llama mi atención. Esta tendencia hace que sea muy difícil encontrar cosas que me hagan feliz y sean duraderas y constantes. Espero que, de a poco, la ansiedad y la inquietud amainen o, por el contrario, encuentre algo que atrape mi interés de forma permanente. Por ahora, nada me apura y sigo caminando por la ciudad con los ojos bien abiertos, buscando desvíos y no atajos.
Curiosamente, lo mismo me pasa con algunos chicos, y no creo que sea la única que lo padece. Para mí, como para muchos otros jóvenes, lo divertido es la caza, el juego del gato y el ratón. Perseguir una meta es posible mientras la meta está lejos, pero ¿qué pasa cuando se acerca, como un espejismo inevitable? En mi caso, la meta se convierte en un simple componente del paisaje, algo que no llama mi atención. Esta tendencia hace que sea muy difícil encontrar cosas que me hagan feliz y sean duraderas y constantes. Espero que, de a poco, la ansiedad y la inquietud amainen o, por el contrario, encuentre algo que atrape mi interés de forma permanente. Por ahora, nada me apura y sigo caminando por la ciudad con los ojos bien abiertos, buscando desvíos y no atajos.
1 comentario:
cuando el chico llega, la caza sigue siendo, el desvio sigue persistiendo, no hay una llgada, nunca, en ninguno de los casos.
felicitaciones por tu blog, linda. genia sos.
soy maji.
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