miércoles, 10 de septiembre de 2008

Cuando Yours Truly conoció a Carlos

Conocí a Carlos hace 22 meses+1 año y 4 meses+15 meses+1 año y 8 meses. No es tanto pero en este tiempo aprendimos mucho del otro y ahora nos contamos casi todo. Carlos no está muy decidido, pero por lo menos estamos de acuerdo en que está loca, pero es una loca buena... creemos. Carlos a veces dice que no quiere estudiar nada y otras dice que se quiere ir a estudiar a Estados Unidos. Carlos es indeciso, pero está bien, yo lo dejo. Ultimamente Carlos está triste, por varias razones. A veces por su vida en general, a veces por alguna chica y a veces no me cuenta por qué, pero yo igual sé la razón, obvio. Con Carlos no hablo muy seguido, pero cuando nos juntamos, somos dinamita… o mas bien una bengala sumergida en dos cuartos kilos de helado. Igual, con Carlos hablo todos los días y cuando no me habla, sospecho. Siempre se pone en el lugar de victima, pero yo entiendo que lo hace como una demostración de cariño que, además, es un reclamo de atención. A veces me gusta eso y a veces me molesta. Depende el día. Carlos está escribiendo mucho estos días, la mayoría de las cosas que escribe me gustan, pero a veces se mete mucho en un posible personaje en el cual se quiere convertir en un futuro y sus escritos se politizan un poquititititito mucho (para mi gusto). A Carlos le gusta visitarme a altas horas de la noche (≠ booty call), ver películas y, cuando terminan, no hacer nada. La ultima vez a mí me venció el sueño, pero creo que a él le gustó la película porque ahora esta semi obsesionado con el arte de aprender a contar cartas en el blackjack y ganarle al turbio croupier. Además, con Carlos hacemos otras cosas juntos, como ir a kermesses, pasear por mi barrio o pasar horas viendo videos (pseudo graciosos) en youtube. Carlos se lastimó la pierna hace poco, haciendo lo que más le gusta (pasión que yo no entiendo después de 84239 lesiones casi fatales), por lo que yo me dediqué, durante su recuperación, a convertirlo en un chick-flick lover que come chocolate y helado más seguido que Bridget Jones. Carlos sabe que puede contar conmigo para todo, incluso para opinar sobre cosas que nunca voy a entender y/o que nunca me van a interesar, pero igual… yo le digo la verdad, (casi casi casi) siempre, porque… ¿cómo mentirle a Carlos?

Meet Esther

Tengo ganas de ir a andar en bici con Esther. Esther es mi mejor amiga, hacemos todo juntas: andamos en bici, almorzamos todos los días, salimos los fines de semana, nos vamos de viaje, paseamos… todo, eh. Esther me cuenta sus cosas y yo a ella, nos damos consejos y nos justificamos mutuamente cuando es necesario, y cuadno no… también. Con Esther recorrimos Uruguay, Rusia, la Florida, Alegre y todo Beunos Aires. Somos adictas a la Guía T y al té también. Hay más fotos de Esther y yo que de Paris Hilton haciendo la gran… bueno, la gran “Paris Hilton”. Esther y yo apodamos a toda la gente que nos rodea, sobre todo a los chicos, pero si se entera que les estoy contando esto me mata, asi que shh! Esther dice que está en una nueva etapa y que no le importa nada. Pero también dice que ni loca le dice nada a ese chico. ¿Sabían que Esther estuvo bastante enferma hace poco y cuando volvió al colegio la trataban como si fuera la peste? Pero yo no, jamás! Porque la quiero igual, con estreptococo o sin... aparte, entre nos, yo ya tuve eso (pero es mas por lo otro que por eso, eh...) Esther me trajo una mini tetera de un viaje, que es tan tan mini que solo me sirve para tomar una taza, será una indirecta de que tomo mucho té? Es cancerígeno? Hoy con Esther estuvimos hablando sobre las cosas cancerígenas de la vida, es decir, casi todo menos… los novios, que si no causan melanomas pegan en el poste. Y bueno, llegamos a la conclusión de que si no te moris de eso te moris de otra cosa, asi que esta todo bien. Dentro de unos días nos vamos de viaje con Esther, pero antes tenemos que terminar con la tortura. Y sí, Esther y yo compartimos todo: lo bueno y lo malo, y eso es lo fantástico de tener a Esther.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Boogeyman

“Fear grows in darkness; if you think there's a boogeyman around, turn on the light.”
(Dorothy Thompson)

Claro, Dorothy, qué piola. Ojalá fuera tan fácil.



Cuando era chica, no podía creer que a mi mamá no le diera miedo Cruella de Vil en los 101 Dálmatas o Úrsula en La Sirenita; a mí me daban terror, no podía mirar y hacia un escándalo hasta que ponían fast forward. Me daba miedo la oscuridad en mi cuarto cuando me iba a dormir, tanto que necesitaba dejar la puerta entornada para que entre la luz del pasillo. No sé a qué le tenía miedo, a algún monstruo que me había inventado, supongo. El punto es que le tenía miedo a cosas que no existían en la vida real y yo no me daba cuenta. Al ver que los “grandes” no le tenían miedo a (aparentemente) nada, lógicamente, yo moría por ser grande. Le robaba los tacos a mi mamá y vivía planeando mi futuro. Cada vez que me preguntaban “qué querés ser cuando seas grande?” la respuesta era distinta pero, curiosamente, nunca decía “quiero ser chica”. Qué equivocada estaba. Ahora, con una década más encima, quiero cambiar esas respuestas y, sobre todo, estos miedos. Los monstruos que se presentan cuando crecemos no se esconden en el placard ni en el fondo de la pileta, directamente no se esconden; están presentes en todos lados y en todo momento. Nos ahogan en un mar de dudas y presiones y, no sé bien por qué, pero nos sentimos únicos de una forma horrible: los únicos asustados. Mirás a tu alrededor y todos parecen estar manejando bien la situación mientras a vos te consume el miedo, la incertidumbre y las ganas de poner fast forward a la parte donde Ariel se casa con Eric. El problema de los monstruos de los “grandes” es que son reales y no se van cuando pataleamos ni cuando apretamos un botón, hay que mirarlos a la cara sin miedo, pero cómo? Espero que, en el fondo, esos miedos nos impulsen a ser más fuertes y mejores en lo que hacemos, pero cómo me gustaría que no existieran.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Credo

Creo en Dios, Padre Todopoderoso y en el horóscopo. Ah y también en el “best case scenario” y en el conductor de Arte Manía. En realidad no creo EN él, le creo a él. Sí, yo le creo que él hace todos los dibujos y collages. ¿Por qué no? ¿Por qué van a derrochar tiempo y plata en contratar a dos personas cuando uno puede hacerlo todo? Já, no lo habías pensado. Quizás porque cuando tenías una edad en la cual era razonable ver Arte Manía no pensabas en esas cosas, pero yo lo sigo viendo, aunque ahora con más años escolares encima.
Sí, le creo al horóscopo, qué ingenua, no? En realidad no, porque le creo como quiero creerle. A ver, no voy a negar que espero ansiosamente el domingo para poder abalanzarme sobre las revistas de los diarios y saltearme todas las notas sobre los adolescentes de hoy y los hijos de Maru Botana, no, no lo niego. Pero tampoco es que le tengo una confianza ciega a los pronósticos de Horangel y sus colegas. Creo en mi interpretación del horóscopo y también creo que eso es lo que quieren que crea; dudo que la intención de los astrólogos sea predecir la vida de los miles de millones de acuarianos y sintetizarla en una simple columna de 100 palabras (como mucho). Los domingos al mediodía, yo procedo de la siguiente manera: tomo la revista, llego a la página correcta, que está, curiosamente, situada al final de la revista, como si fueran restos del material periodístico, y busco mi columna, mi espacio en los astros. Ja, acá esta… Acuario. A ver, a ver, que me deparan las estrellas esta semana? Qué intriga. Bueno… Trabajo y Negocios, no, me aburre, no tengo ni trabajo ni negocios. Acá, Amor, mi parte favorita, a ver qué dice… Nooo! Me tocó algo horrible, La Nación me odia! Y la clave de la semana? ¡¿Qué haga ejercicio?! ¡¿Más?! La Nación me odia, ¿dónde está la revista de Clarín? Pasamela. Uh, era malo el tuyo? El mío también, horrible. No, no, no, si, Amor… a ver… ay, sí, buenísimo, levantó un poco. Y la sorpresa? Buenísima también. Entonces voy a tener una semana equilibrada, ni muy muy ni tan tan. Fantástico. Igual, me parece que me voy a preocupar por convertirla en una buena yo, por mi cuenta, sin la ayuda de Ludovica Squirru ni ningún otro paranormal.
Mi teoría más reciente es la del “best case scenario” y es sumamente optimista, pero no utópica. Todo lo que pueda salir bien, va a salir bien, es decir… ¿por qué no? No me cae bien la gente que piensa que la vida le debe algo o que dice “la vida es injusta”. A todos nos pasan cosas buenas y malas. Intentemos que sean más importantes las buenas, aunque eso no va a hacer desaparecer a las malas, te va a hacer mas feliz, o menos infeliz. La vida tampoco es corta, la vida es tan larga como uno quiere que sea. Yo quiero que sea larga, entonces leo el horóscopo, que genera más ansiedad en mí de la que ya traigo de fábrica, ergo, el tiempo pasa más lento, pero lo aprovecho más. También intento (si, es a propósito a veces) dormir poco, porque siento que si me duermo llega más rápido el día siguiente. Igual, eso no quita que me guste mucho lo que dijo Hemingway y a veces lo ponga en práctica:
"I love sleep. My life has the tendency to fall apart when I'm awake, you know?"
Cuando me doy cuenta de que estoy por entrar en ese estado mental, intento pensar en lo del “best case” y en otras cosas que me hacen feliz, como algunas fotos que tengo grabadas en mi cabeza y películas con finales (casi) ingenuamente alegres.

lunes, 1 de septiembre de 2008

A Maquiavelo

Maquiavelo decía “El fin justifica los medios”. Concuerdo, pero adjudicándole un significado un poco distinto al verbo “justificar”. Maquiavelo buscaba una excusa, una especie de impunidad en los medios, y yo busco una razón para tener medios, principalmente porque es la parte que más me entusiasma del proceso. Siendo una persona muy ansiosa, me interesa más la parte que llega antes, “el medio”, que el resultado final. De hecho, es probable que, cuando llega el final de un proceso yo ya haya perdido interés, no por soberbia, sino por ansiedad. Además, creo que el hecho de que intento buscar lo bueno, lindo y divertido en nimiedades de la vida cotidiana, como una simple caminata por la ciudad, tiene que ver con esta ansiedad y eventual pérdida de interés. Por ejemplo, si voy al videoclub a alquilar una película, disfruto más la caminata hasta ahí que el tedioso trámite de elegir una película e interactuar con el empleado. Soy solitaria, por lo que estos momentos aparentemente insignificantes, intrascendentes y casi autistas me resultan, de hecho, enriquecedores y valiosos. Si todos pudiéramos apreciar el tiempo “muerto” de cada día, como los viajes en colectivo o tren, la espera en la cola del banco o del supermercado como tiempos de reflexión, meditación o incluso, tranquilidad, creo que viviríamos más relajados, menos apurados por “llegar” y mas ansiosos por “ir”.
Curiosamente, lo mismo me pasa con algunos chicos, y no creo que sea la única que lo padece. Para mí, como para muchos otros jóvenes, lo divertido es la caza, el juego del gato y el ratón. Perseguir una meta es posible mientras la meta está lejos, pero ¿qué pasa cuando se acerca, como un espejismo inevitable? En mi caso, la meta se convierte en un simple componente del paisaje, algo que no llama mi atención. Esta tendencia hace que sea muy difícil encontrar cosas que me hagan feliz y sean duraderas y constantes. Espero que, de a poco, la ansiedad y la inquietud amainen o, por el contrario, encuentre algo que atrape mi interés de forma permanente. Por ahora, nada me apura y sigo caminando por la ciudad con los ojos bien abiertos, buscando desvíos y no atajos.

A Marc Augé

A veces me siento una extranjera del mundo, ajena a todas las razas y distinta a la humanidad como un todo que, por más abarcativo que sea, no me incluye. Me gustan los no lugares, me siento cómoda y tranquila en los aeropuertos, los hoteles, los supermercados. Cuando era chica quería trabajar de turista; me gusta estar en lugares que no son míos, que no tienen toques personales de nadie. Me gusta que llueva, no me deprime y definitivamente no arruina mi día, lo mejora. Es más, si estoy en un no lugar y llueve, podría decirse que la estoy pasando de maravilla, a diferencia de la mayoría de la humanidad excepto, quizás, la población deshidratada de los desiertos de África. Me gustan los no lugares y la lluvia porque traen cosas buenas, preceden viajes y días de sol. Después de la efímera estadía en el aeropuerto viene un viaje o un regreso a casa, y después de la lluvia, viene el sol. Además, nada malo puede pasar cuando estamos en un no lugar o cuando llueve. Si ya está lloviendo, qué más puede pasar? ¿Granizar? Las probabilidades son casi nulas. Si estas en un no lugar, qué te puede pasar? Sí, te pueden robar, pero por lo menos no irrumpieron e invadieron un lugar personal, como un hogar. Vengan los días de lluvia y estadías más largas en no lugares: tengo botas, paraguas y valija.

Cosas que pienso en la ducha

¡Que frio, que frio, que frío! Por favor que empiece a salir caliente. ¿Qué porcentaje de mi cuerpo esta mojado? ¿Y las orejas? ¿Y los dientes? ¿Y el hueso redondo del pie? ¿Llueve afuera? Qué mentiroso el ruido de la ducha, me engaña y me hace pensar que llueve. Afuera. Quizás llueve, no sé. Qué cosa los paraguas, todos tenemos, pero sólo necesitamos uno. ¿Dónde se compran los paraguas? Aparte de los semáforos digo, y eso no pasa en todos los países. Qué suerte tenemos de vivir en una ciudad del “tercer mundo”, cuando llueve te venden el paraguas en la calle, ni siquiera tenes que desviarte. No entiendo lo del tercer mundo, hay primer mundo y tercer mundo, y el segundo? Nadie vive ahí? ¿O viven solo los personajes de los libros y las películas? ¿Cuál es la potencia del segundo mundo? ¿Tom Sawyer, Sherlock Holmes o James Bond? ¿Ya me puse el shampoo, no? No me acuerdo, bueno me pongo de nuevo. Me voy a quedar pelada. ¿Cuánta gente en el mundo se estará bañando ahora? Qué loco eso no? Somos tantos tantos tantos tantos que siempre que estemos haciendo algo y nos sintamos los únicos, en realidad tenemos que pensar que no somos pioneros en eso, ni en la incursión a la ducha el domingo a la noche o el experimento culinario de comer papas fritas con helado. No somos únicos en casi nada, explotemos lo que sí es. Terminé, estoy limpia, ahora hay que empezar todo de nuevo. Let’s get dirty.