Lo que pasa es que estoy acá, en esta ciudad de mierda (en realidad no es nada de mierda, es todo lo contrario; pongámosle "de magia”, porque tienen casi la misma cantidad de letras y las dos empiezan y terminan con la misma, dos conceptos opuestos pero que en algún o algunos [pocos] puntos se parecen, como vos y yo) y siento que la recorrería toda con vos, siento ganas de eso; pienso en los chistes que nos haríamos y nos hacíamos (que, en realidad, solo los recuerdo así -como un rótulo- como una bibliotecaria que busca: a, b, c, acá está: “chistes que nos hacíamos, Los”, sólo eso, la ficha. El contenido no está, no lo encuentro y ni rastros hay, no los recuerdo. De repente soy una Clementine y dónde están todas mis cosas con vos y qué pasó y cómo que yo pedí esto, no, no, no, devolveme todo ya) y en las peleas de mentira, como esa última vez que nos vimos en tu casa, muy tarde o ya muy temprano. De nuevo estoy mezclando historias y me pierdo, como en esta ciudad que me pierdo entre las calles y avenidas que se llaman casi igual, siempre; como recuerdos en mi cabeza que no comparten nada excepto medianeras permeables y una protagonista que soy yo.
jueves, 30 de diciembre de 2010
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