Mi papá no sabe (y no le pienso contar)(y ojalá no lea esto) que la mejor parte de poder usar el vip del aeropuerto es el whiscola “de arriba” (arriba-Dios, no arriba-avión, eso viene después). Tampoco sabe que me quise matar después de entrar al vip del vip porque eran todos viejos muy corporate y sus respectivos felinos-percheros de LVs. En fin, acá estoy, reporting live, preguntándome por qué la tele está prendida en el canal de 678 y no en.. no sé, la BBC o Magazine, ponele, algo más a tono.
Ahora la fauna local habla de los precios del Conrad (que todos conocen de memoria cual preámbulo de la Constitución: “nos, los representantes de la cachudez…”) Yo, en cambio, comparto una complicidad tácita con la moza; le digo que hay que reciclar vasos y “no desperdiciar” -una moralidad que no condice con la piel que bordea la capucha de mi abrigo. A todo esto, tengo chipás en la cartera y, en otro orden de cosas:
- Que bajón los bebes feos, no? Qué se hace con eso?
- Hay uno en 678 que, te juro, es Anthony Hopkins, posta.
- Cabito y Zucker bien podrían ser hermanos y tener una carnicería.
- Qué lindo no tener que hablar; y que cada vez que me viene algo, saco la birome, el cuaderno tamaño primer grado, y escribo frenética. Todos me miran. Todos me importan muy poco (un concepto que les debe resultar más que ajeno, casi alienígena). Besote.
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