Muchas veces no sé adónde voy ni a qué quiero llegar con lo que hago, digo o pienso. Me pierdo a mitad de camino, me veo haciendo cosas que no entiendo y que no se qué destino tienen. No es una queja ni una frustración, solo pasa. Sucede cuando pasa. Nada más.
A veces sí me gustaría saber cuál es la finalidad de lo que hago, estar más involucrada en mis acciones, decisiones. No es que no me involucro porque las toma otro, no, las tomo yo, pero no se cuánta conciencia hay en el proceso o fórmula. Pienso mucho las cosas pero las líneas pensamientos cambian de dirección tantas veces que, visto desde afuera, todo parece precipitado y desprolijo.
No prometo nada con certeza, no prometo llegar a un destino paradisíaco, ni siquiera prometo llegar rápido (a cualquier lado). De lo que sí estoy segura, lo que (ya) no está sujeto a modificaciones, son los pasajeros. Espero no llevarlos a usar paracaídas.
No prometo nada con certeza, no prometo llegar a un destino paradisíaco, ni siquiera prometo llegar rápido (a cualquier lado). De lo que sí estoy segura, lo que (ya) no está sujeto a modificaciones, son los pasajeros. Espero no llevarlos a usar paracaídas.
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